Cuando una amistad se establece de forma casual e inesperada a 900 Km . de tu residencia y entre dos personas que coinciden en una actividad deportivo-lúdica, todo indica que no resistirá el paso implacable del tiempo. Antonio y yo contábamos con dos puntos favorables para establecer la excepción. Vivimos en la misma región y compartimos actitud ante la existencia.
De esta forma, a lo largo de 17 años, hemos pasado juntos muchos momentos inolvidables de aventura, deporte, viajes, conciertos…y lo que ahora nos interesa: la pintura. Una de sus principales aficiones que con el tiempo se va convirtiendo en segunda profesión.
En esta ocasión podemos apreciar en estas peculiares acuarelas, además de paisajes que siempre han figurado en sus exposiciones, un interés en escenas urbanas y situaciones cotidianas que pasan inadvertidas si careces de la visión artística necesaria.
Destacaría la incesante progresión en el manejo de su paleta de pintor, que consigue una armonía entre colores tenues, grises y apagados con los intensos y vivos que captan magistralmente nuestra atención. Necesario mencionar el especial tratamiento de la luz en el que los reflejos cobran especial protagonismo, consiguiendo con pocos y contundentes trazos, plasmar lo que a él le interesa y quiere transmitir.
Como resultado, las obras invitan al espectador a centrar la atención en la totalidad, en el resultado final que ha despojado a la escena de detalles innecesarios y nos da la oportunidad de entrar dentro del cuadro a visitar lo que vemos para interpretarlo.
Como aguileño adoptivo me siento afortunado de asistir a la evolución incesante de este gran artista que adora su pueblo y contribuye con su talento a inmortalizar momentos y lugares de su entorno a los que se siente emocionalmente vinculado.
Y finalizo haciendo un llamamiento a la cordura para que no siga la incesante sangría con inexplicables recortes económicos en los dos sectores (cultura y educación) a los que dedica gran parte de su vida nuestro entrañable amigo.
