Hace
34 años que Águilas vio nacer a ANTONIO LICERÁN HERNÁNDEZ en el seno de una
familia en la que los lápices y los colores Alpino, adornaban, como búcaros
repletos de flores, todas las estancias de la casa. Mari Hernández, su madre,
maestra y buena aficionada al arte y Rafael Licerán, su padre, empleado de
banca, tenían en ellos sus útiles de trabajo diario. En ese ambiente creció
Antonio, que no nació pintor, pero casi.
Desde hace cuatro años, ejerce como
Jefe de Estudios y Maestro del C.E.I.P. Mediterráneo de nuestra localidad, en
el que este Curso ha llevado a cabo, como Coordinador, un Seminario de
iniciación a la acuarela con los profesores del Centro.
Licerán, es amante de actividades al
aire libre, la música, los viajes y en la naturaleza es donde se inspira y
encuentra las ideas que, con delicadeza y acierto, plasma en el papel. En esta
colección de pasteles nos muestra una dualidad temática en continuo juego con
los azules y verdes de nuestro litoral, los ocres y los blancos de nuestra
naturaleza, caminos y casas rurales con
almendros en explosión de blancos rosáceos…
Como amante de la fotografía, trae a su
objetivo una muestra de rincones bellos para insinuarnos la luz de nuestras
bahías, la sutileza de líneas de la Isla del Fraile o nos recorta el castillo
desde distintos enclaves desnudando la realidad que vemos. El casino, las
plazas, incluso el mar, todo se esconde,
jugueteando con la forma y el color, tras alguna palmera o un macizo de
margaritas. Hasta el agua de la Pava de la Balsa se entremezcla con la espuma
en su blanca levedad marcando nuevos caminos de luz.
La obra de Licerán ve la luz al público
por primera vez en Noviembre de 2002 en una exposición conjunta llevada a cabo
en el Aula de Cultura Francisco Rabal. En el año 2003, expone en la sala de
CajaMurcia una colección de acuarelas que sorprendió por la frescura de su
trazo y el tratamiento del color. Esta es su tercera exposición y en ella nos
muestra su pueblo al pastel recorriendo caminos andados, recuerdos vividos y
ensoñaciones cromáticas que, por su encanto, su luz o su belleza, nos
sorprenderán con la misma fuerza y delicadeza con la que el artista ha
disfrutado antes, durante y después de realizar esta obra.
Trinidad.